CALDO VERDE

Hace ya dos años que vivimos en Portugal y hasta hace un par de semanas no me había dado por hacer el famoso "caldo verde".
Es increíble lo desconocido que puede resultarnos nuestro país vecino a pesar de estar ahí, a un pequeño paso. Portugal, sus paisajes, costumbres, su gastronomía,... tengo que empezar a compartir un poco de lo que estoy viendo, conociendo y descubriendo aquí, que no es poco.
El caldo verde es la sopa por excelencia, y puede encontrarse en cualquier bar o restaurante en cualquier momento del año a lo largo de su geografía, y es que según muchos portugueses es el verdadero plato nacional, más allá del pulpo y el bacalao. Esa es una de las curiosidades de Portugal y su gastronomía, son soperos como ellos sólos, hasta el punto de que en los McDonals del país es normal encontrar sopa del día o que haya take-aways en los centros comerciales sólo de sopas y caldos. Sana y bonita costumbre de este país que no deberían perder y que nosotros los españoles deberíamos recuperar.

De esta receta pasa como con el cocido, que cada cocinera tiene su toque y su punto, pero aún así la receta es sencilla: patatas, cebolla, ajo, aceite de oliva, sal y "col gallega cortada fina para caldo verde". El plato "de diario" se sirve así, sencillo, regado con un chorrito de aceite de oliva y según donde con un poco de pimentón por encima. Los días de fiesta se sirve con una rodaja de linguiça o de chourizo.
Aprovechando un trozo de chorizo ibérico que nos quedaba y que nos estrenábamos en la cocina tradicional portuguesa, nosotros le echamos el chorizo, pero hay que confesar que no le hacía falta y que es un plato que sorprende, con cuatro ingredientes tan sencillos y todo el sabor que regala de vuelta...

Ingredientes:

800 gr de patatas harinosas para guisar/estofar
1 cebolla nueva
3 dientes de ajos
200 gr de "col gallega" (berza o col verde rizada) cortada a tiras finitas
aceite de oliva
sal, pimienta negra y una hoja de laurel
agua

Elaboración:

Pelamos las patatas y las "rompemos"a trozos, sin mucho cuidado, con trozos más grandes y más pequeños. Partimos la cebolla en cuatro u ocho trozos y pelamos y picamos los ajos. Lo ponemos todo en una cacerola (aquí tradicionalmente se hace en unas ollas soperas de barro y se hace a fuego lento) con un chorro de aceite y una hoja de laurel y ponemos a fuego medio. Rehogamos un poco removiendo y añadimos un litro o litro y medio de agua. Salpimentamos y cocemos a fuego lento o medio hasta que las patatas estén muy tiernas.

Sacamos parte de las patatas y la cebolla y pasamos por un pasapuré o simplemente machacamos con un tenedor. Rectificamos de sal y pimienta y añadimos más agua hirviendo si nos ha quedado demasiado puré (tiene que quedar como una sopa densa con tropezones de patata pero no como una crema o un puré). Añadimos la berza picadita a tiritas y bien limpia y apagamos el fuego. Dejamos reposar cinco minutos y servimos. En el plato echamos un chorrito de aceite y espolvoreamos un poco de pimentón ahumado. Comer caliente, y mejor escuchando esta "delicia de canción" para ponernos en escena.
BOM PROVEITO!

 

NOTA; esta es una sopa contundente aunque muy digestiva. Aún así se puede hacer más ligera cambiando parte de la patata por calabacín.

NOTA II: Hacía "nimeacuerdo" del tiempo que no escribía ni aparecía, y no porque no haya tenido nada que contar; estoy aprendiendo y descubriendo muchas cosas, sobre Portugal, sobre la vida, la cocina, el sin gluten y más allá... He dejado en el cajón de pendientes un montón de recetas nuevas que me han cautivado como las migas de maíz "a mi manera", el pastel de naranja con chocolate a la menta, el tradicional pan de jamón navideño o las favoritas de mi benjamín: croquetas veganas de alubias. Después de un año de interiorizar y aprender mucho siento que esta primavera va a florecer como ninguna, comienza una nueva etapa en mi vida, con nuevos proyectos y muchas ganas de compartir y disfrutar.