Las aglomeraciones me aturden. No sé si me ha pasado toda la vida o es cosa de ir haciéndose mayor, aunque creo que es más de lo primero y se va intensificando con lo segundo. Además ya en el instituto me agobiaba bastante con ciertos compromisos sociales como "quedar" con la pandilla para salir. Me resultaba... nunca he encontrado una palabra para describirlo, ¿para qué voy a devanarme el seso ahora? Y no es que fuera tan rara que quisiera estar sola, de eso nada, mejor dicho era todo lo contrario, nunca me ha gustado estar sola, la soledad es un estado dañino, porque no es cuestión de tener siempre a alguien al lado, sino de sentirte acompañada, como persona,... Me gustan las personas, unas más que otras, también es verdad.
¿Y por qué no me gustaba quedar si me gustan las personas? Pues por eso mismo, porque al obligarte a estar en un grupo a una hora y en un lugar que quizás no sea lo que te apetece en ese momento reduce el momento a una reunión "de gente". Las relaciones, las conversaciones, los momentos tienen ese toque mágico, vivo, especial, ameno, intenso, sencillo, romántico, dramático, divertido... sólo cuando surge, libre y natural, espontáneo. Obligarme a estar con antelación sin saber si en el momento me apetecería o no nunca me ha convencido, y esto me ha acarreado más de una crítica (por delante y por detrás), más de un rechazo y más de una discusión. En mi época de instituto, en mi pueblo, había incluso reproche tipo "novios" del tipo de "es que tu no defines cual es tu pandilla" o "es que tu quedas con quien te apetece". Tenían razón, y también porque tenían razón cada momento que pasaba con quien lo pasaba para mi era especial, y por orden general para los otros también, porque surgían y eran personales, momentos propios compartidos. Durante la universidad continuó igual, pero al menos no volví a escuchar estos reproches. (Ni que decir tiene que mi primer "novio" fue a los 18 y me duró algo menos de un mes... falta de entreno y me cansé muy rápido).